Muchedumbre
Fobia
a las muchedumbres, en cada rincón de la ciudad, repulsión a las miles de personas que al mismo tiempo
superpoblan avenidas y calles. Toda esa fuerza de toneladas de carne y hueso
hechandose a andar tan vacías como sutiles, tan misteriosas como miserables, me
producen escalofríos en todo el cuerpo, mi lomo se eriza como el de un gato
delimitando su territorio. ¿Quién no se sentiría tan solitario asi? ¿Cuántos
sumamente paranoicos? ¿Qué porcentaje de personas estaría observandome? Esa
chica que abandonó los labios de su novio acaba de mirarme. En realidad no
existen certezas de ello, solo levanto la vista y dentro de su campo visual
entra mi figura, tan humana como taciturna, tan nocturna como desvelada. Me
inquieta no saber que piensan, de que trivialidades conversarían, cuantos
estarían juzgándome sin haberse tomado la molestia de conocerme. Me turba no
saber quienes son, que historia tienen, cuantas otras esconden, que perfil
psicológico acuñan, que rutinas siguen, si toman café o té, si lo acompañan con
galletitas o tostadas, si leen, si ven televisión, si van a la cancha, que
musica escuchan, si consumen drogas o si son histéricamente saludables y sobre
todo, lo que mas estupor me genera, es el no saber si ninguno de ellos puede
conocerme. Superficial o profundamente. ¿Cuántos estarían buscandome? ¿Cuántos
esperando el momento justo de arrojarse para hacerme su presa?
Estoy
sudando demás, mis dedos se mueven perturbados, mi apariencia es perturbadora;
lo se, sus ojos me miran, esa chica entre uno y otro beso mezclado con manoseo
por parte de su chico me mira, la señora de mas allá me mira, los tacheros me
están observando, vigilando. Solo se una cosa, no debo cruzar la calle, si
pongo un pie en el asfalto soy hombre muerto. A nadie le importaría, pero
hombre muerto al fin. Un bonito cadáver adornando las baldosas de la vereda.
Eso es lo que en realidad ocurre, me siento vigilado por miles de millones de
anónimos, solo que no lo saben; prefiero fantasear que estoy solo en el medio de
la nada, es lo único que me tranquiliza.
Mientras
tanto todo sigue su curso, la chica
sigue mirándome, su novio no se percata, pero ella me mira, me escanea, puedo
sentir como lee mi pensamiento y rie, rie de mi, rie de mi calamidad. Ejecuto
un extraño mecanismo de defensa y comienzo a reir para salir del paso. Prendo un
cigarrillo, luego otro y seguidamente otro.
La
humanidad me da nauseas. Somos como cerdos. Vivimos alimentándonos de basura.
Comemos comida chatarra en cantidades alarmantes para engordarnos y disminuir nuestra
esperanza de vida, consumimos televisión basura solo para descomponer nuestro
cerebro, nos revolcamos en el confort basura que creamos y en el que nos
sentimos tan a gusto, tan plenos y satisfechos.
Hay
una cosa que es fundamental y la muchedumbre no lo sabe. Y es que voy a
asesinarlos.
La
muchedumbre lo desconoce, quizás no lo entienda, pero es por su propio bien…