sábado, 26 de mayo de 2012

El Diario de Amadeo Carmona


Kuwait, 1976:
Era un recibimiento propio de un mandatario, varios jeques con sonrisas que dividían su rostro en dos me estrechaban su mano, una mesa larga llena de alimentos y bebidas de toda especie, ventanas grandes, cortinados majestuosos, mi representante y yo, la prensa capturando todo.
Pocos deportistas, o ninguno en realidad, habían conseguido aquel beneficio: magnates del petróleo, hombres de poder político, reyes, lacayos; ricos y pobres; poderosos y marginales, todos al servicio de mi bienestar. En medio de toda esa multitud de imberbes aduladores del éxito ella, parada ahí, como se acostumbra en este lugar del mundo, cubierta de pies a cabeza con un pequeño orifico rectangular para ver sus ojos que me cautivaban, me llamaban, me seducían, eran verdes y hermosos, aunque notablemente mas jóvenes que quien redacta. Estaba sola, al lado de las bebidas alcoholicas, llamándome en el mudo lenguaje de la mirada. Quise acercarme, pero mi representante me advirtió, dada mi fama de picaflor y mi gusto por las jovencitas.
      -Es la hija del jeque, tene cuidado, mira que esto no es Argentina, aquí las obligan a llegar vírgenes al matrimonio.
      -Quedate tranquilo –contesté- seré un caballero.
Soltó mi hombro y me dejó ir, el, mientras tanto continuó su conversación con un importante hombre de negocios, aparentemente querían mi imagen para una publicidad de su empresa.
      -Hello –Abrí el fuego en un deficiente ingles, sus ojos parpadearon a gran velocidad, inocencia a la vista. Roque se equivocó pensé si fuera la hija del jeque no estaría aquí sola a merced de todos estos buitres.
      -No debes entenderme una sola palabra, pero hay un único lenguaje universal: el amor.
Mi mano descendió disimuladamente hasta su trasero y una de sus nalgas se estrujó entre mis dedos. Me miró fijo, observó el panorama de la reunión y todos estaban distraídos. Tomó mi mano y nos retiramos al baño. En el pequeño habitáculo donde estaba el inodoro (artefacto lujoso) se quitó su túnica y un cuerpo voluptuoso pero delicado salió a la luz, como desenvolver el mejor de los caramelos para su aroma y su sabor, su pelo olía a sándalo y a aromas de medio oriente. Estaba completamente desnuda, con un leve empujoncito me sentó en el retrete y acto seguido se abalanzó sobre mi cara a cara con las piernas increíblemente abiertas. Nos besamos y el movimiento pélvico que realizo hizo efecto instantáneo y en cuestión de segundos no existía pantalón ni barrera. El ruido de sus nalgas chocando contra mis muslos y sus leves gemidos (que intente callar) debieron llamar la atención porque aparecieron el jeque (quien perdió el conocimiento) los hombres de negocios, los magnates del petróleo y lo peor de todo… los periodistas tomando fotos y filmándolo todo.
No hubo tiempo de recoger las prendas, tuvimos que huir con Roque dejando atrás una intifada  de vajilla, botellas y demás objetos; luego, y ya en el exterior, fueron piedras y baldosas de todos los tamaños…
Los diarios del mundo hicieron eco del acontecimiento: Escandalo con boxeador argentino en medio oriente. Nuevo escandalo de Amadeo Carmona, tituló la prensa local.
Posteriormente me retiraron el titulo mundial y pase dos años peleando en círculos amateurs por la comida del día…

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